La fe y la magia del Bernabéu empujan al Madrid hacia la remontada
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Y tal vez sea cierto. Ya no porque el mundo sea un lugar injusto, sino porque nunca dejamos de aferrarnos a algo. Es lo que nos mantiene vivos. Esa necesidad de conservar la fe intacta incluso en situaciones imposibles. Ese impulso irracional que nos lleva a soñar con la historia más inimaginable. El refugio del que no se rinde y se niega a aceptar el final. Una voz interior que, cuando todo está perdido, todavía susurra: «¿Y si sí?»
¿Y si sí? ¿Y si remontan? ¿Y si el Real Madrid elimina al Arsenal? ¿Y si les da por volver a escribir otra página dorada en la historia del fútbol? Llevo una semana dándole vueltas. La cabeza me dice que es surrealista, que no hay ningún motivo futbolístico que invite a creer en la remontada. Pero el corazón me dice todo lo contrario, que para este equipo nada es imposible. Y, en estas situaciones, siempre pesa más lo segundo.
Hoy, a pocas horas del inicio del partido, estoy convencido de que pueden hacerlo. Si algo ha demostrado el Madrid es que es impredecible. Es capaz de resucitar cuando parece que ya no hay más vida, de reinventarse en los peores momentos y de apelar a la épica para poner patas arriba al Santiago Bernabéu.
El Madrid ha convertido lo improbable en costumbre. Cuatro goles parecen algo casi imposible. Sin embargo, los hechos más recientes empujan a confiar en ello. El Dortmund, el City y el Bayern son las últimas víctimas. Los alemanes se llevaron cinco en media hora. Los ingleses dos en cinco minutos. Y el ogro bávaro lo sufrió hace unos meses con los dos goles Joselu. Y ya ni hablemos de los tres goles en 17 minutos al PSG o de los dos tantos en 120 segundos al equipo de Pep en la Champions de las remontadas. Aunque aquello ya es algo que queda lejos. Además, el grupo ha cambiado bastante.

El territorio de los milagros
La épica del Bernabéu no es casualidad. No importa el rival, el marcador ni el minuto. Es un lugar donde, en noches como hoy, el fútbol trasciende lo táctico y se convierte, también, en un mero espectador. Como si se dejase llevar y se contagiase de una energía divina que hace que el campo se incline hacia la portería rival.
El Bernabéu no te explica cómo lo hace. Lo hace y punto. Es el protagonista en las noches europeas. El único estadio del mundo que tiene el don de invertir inercias, de cambiar la narrativa en cuestión de minutos y de escribir guiones que ni siquiera Hollywood se atrevería a firmar.
Aquí juegas contra su historia. No puedes dejar vivo al Madrid, porque cuando el Bernabéu huele la sangre, entra en trance y no sales vivo. Eso no hay rival que lo resista. Y ya son muchos quienes se las prometían felices y se volvieron incrédulos sin entender lo que acababa de ocurrir.
Decía Thomas Partey ayer que ya ha vivido grandes ambientes en la Premier y que el del Bernabéu será parecido. Pobre, no sabe dónde se mete. Y sino que le pregunte a Guardiola, a Tuchel o a Pochettino, que algún consejo le darán.

¿Cómo es posible?
¿De verdad hay quienes todavía no creen en que puedan darle la vuelta? ¿Gente que, tras ver todo lo que este equipo les ha hecho vivir, piensen que ni siquiera tienen opciones? Ya lo han hecho en otras ocasiones. Creer en la remontada no es ser ingenuo. Es haber visto antes lo imposible y saber que, con el Madrid, todo puede pasar. ¿Por qué no soñar otra vez? ¿Por qué no volver a confiar como tantas otras veces?
No se trata de optimismo ciego ni filosofía barata. Son hechos. Es su herencia la que te obliga a seguir creyendo cuando la lógica dice que no. Es la camiseta, el escudo y el peso de la historia. La de un equipo que ha demostrado, una y otra vez, que no se le puede dar por muerto. Porque cuando todos lo hacen, más vivo está.
En este club, la fe y la esperanza, en su forma más pura, no entienden de lógica ni de probabilidades. Y debería ser un sacrilegio perderlas, porque su historia así lo indica. No hay manera de describir la magia de las noches europeas del Bernabéu. Esa mística inexplicable que vuelve loco hasta al más cuerdo. La sensación de que ese escudo, simplemente, no puede morir.

El Madrid es soñar, y soñar es vivir. Este club te enseña a no bajar los brazos, a creer hasta el último segundo y a desafiar el destino aunque parezca estar escrito. Rendirse sin luchar hasta el final sería traicionarse a uno mismo, negar la propia esencia. No podemos renunciar ahora, porque este equipo vive por noches como esta.
El Real Madrid y la Copa de Europa tienen una nueva cita con la historia. Una de esas que se juegan con el corazón más que con la cabeza. La fe dice que sí. ¿Quiénes somos nosotros para llevarle la contraria? El rey irá tras su corona. Y el territorio de los milagros dictará sentencia. Ese lugar que vio nacer la leyenda del club más grande de todos los tiempos y sin el cual no se entiende su hegemonía. Hay que creer. Van a remontar.
Historia que tú hiciste… Historia por hacer. Porque ya lo has hecho muchas veces y, hoy, lo volverás a hacer.

Estudiante de Periodismo en la Universidad de Valencia.
Emocionante…que ruede el balón ya. Como siempre enhorabuena gran opinión. HALA MADRID!!!