El Alba seguirá una temporada más en el lugar que le corresponde: el fútbol profesional
¿Quién diría hace dos meses que el Albacete Balompié se salvaría dos jornadas antes de que termine LaLiga Hypermotion? Nadie. Y si alguien lo hacía, se le tildaba de loco». Hoy, es una realidad. Tras el empate del lunes por 2-2 ante el Villarreal B en La Cerámica, el cuadro manchego suma 49 puntos en la presente liga y, por tanto, es imposible matemáticamente que pierda la categoría. El fútbol, aunque quita mucho más de lo que da y así lo ha comprobado este año el propio Albacete, ha sido justo con esta plantilla finalmente. El equipo está salvado, el objetivo se ha cumplido y la afición, orgullosa a más no poder de su Alba.
Si alguien tiene la culpa de todo esto, ese es Alberto González. El entrenador malagueño, un desconocido para el público general en el fútbol español, generó dudas a su llegada al Carlos Belmonte. Quienes sabían algo más sobre él le describían como un «currante» del fútbol. Nunca había entrenado en el fútbol profesional y coger a un equipo en declive como era el Albacete en ese momento era un riesgo tanto para el propio club como para él. Sin embargo, quien no arriesga, no gana; y Alberto y el Albacete han ganado. Gran acierto de Toché en su primera decisión trascendente como director deportivo.
Alberto González, el «teclista»
«Ahora sí que me siento entrenador de Segunda División», afirmaba Alberto González en la rueda de prensa postpartido frente al Villarreal B. Según dijo, lo que necesitaba para confirmarse como entrenador acorde a la categoría en la que trabaja era salvar a un equipo. Y de qué manera lo ha hecho. Mejor, imposible. El malagueño llegó con dos premisas claras: ser los mejores en su particular liga de 10 partidos y tocar algunas teclas para que el equipo funcionase. No tuvo tiempo de modificar mucho y, por eso, le costó arrancar. De hecho, en sus dos primeros encuentros empató (1-1 vs SD Huesca) y perdió (2-1 vs RCD Espanyol).
Tras estos resultados, el elenco manchego era penúltimo con 33 puntos, a cuatro de la salvación. No había motivos para ser optimistas con la salvación y la dinámica apuntaba a que el Alba acabaría el año como colista. Estando a principios de abril, no se ganaba desde mitad de febrero. A partir del siguiente partido, el Albacete resucitó.
Literalmente, Alberto González y la plantilla han hecho historia. Completaron cinco victorias seguidas ante Tenerife, Eldense, Eibar, Andorra y Leganés y establecieron un nuevo récord de partidos ganados consecutivos por el club en el fútbol profesional. Sumando el empate del pasado lunes, el Albacete ha sumado 16 de los últimos 18 puntos. Por ello, el Alba se ha convertido en uno de los equipos más en forma del fútbol español.
El entrenador malagueño logró darle por completo la vuelta a la tortilla y lo hizo de la siguiente manera. Implantó un 4-4-2 que ha hecho volar al Alba. Defensivamente, ha dotado al equipo de mayor solidez. En efecto, la sangría de goles se ha logrado reducir con una defensa en bloque. De esta manera, el conjunto manchego ha sufrido menos a la espalda y con los centros laterales, que era cómo se martirizaba al Albacete de Rubén Albés. Como consecuencia del matiz aportado, el Alba encajó sólo un gol en las cinco victorias consecutivas mencionadas.
Además, involucró a toda la plantilla para la causa y recuperó a jugadores desterrados como Antonio Pacheco o Juan Antonio Ros. Todos los futbolistas se han sentido importantes y esa ha sido la principal tecla que ha propiciado su éxito. Muchos de ellos han alcanzado su pico de forma esta temporada con la llegada de Alberto González. Los que más han destacado han sido Quiles (que estuvo marcando varias jornadas consecutivas), Juanma (que metió el gol de la victoria en Andorra y marcó también en La Cerámica) y Cristián Glauder (que anotó el gol de la victoria en Elda y también lo hizo ante el Villarreal B). También otros como Fidel, sin tan buenos números, han jugado a un gran nivel.
Rubén Albés y la semilla que plantó
Claro está que el mayor artífice de la permanencia ha sido Alberto González. Aunque el fútbol no tiene memoria, sería injusto olvidarse de Rubén Albés tan rápido. Es evidente que no tomó buenas decisiones, lo que derivó en el bucle negativo en el que se encontraba inmerso el equipo en sus últimos partidos como entrenador albacetista. Aunque esta temporada no obtuvo resultados y por eso se tomó la decisión de destituirlo, esta salvación también es suya. Dejó al equipo en descenso pero consiguió 32 de los 49 puntos que han sido necesarios para evitar la quema.
La campaña pasada, en un año de ensueño, llevó a un Alba recién ascendido (con uno de los presupuestos más bajos de la categoría) a quedar sexto clasificado y, por consiguiente, a disputar los playoffs de ascenso. Más que por los resultados, que también, su huella en el Albacete Balompié será imborrable por la comunión que protagonizó con la afición. Consiguió engancharla con su mensaje desde su primer día en el banquillo manchego e hizo crecer exponencialmente la masa social del club. Por él, el escudo del murciélago y las tres torres siempre tendrá un carácter «canalleta».
El técnico gallego fue un ídolo y dejó marcados tanto a aficionados como a plantilla. No había más que ver las lágrimas en las caras de los jugadores en su rueda de prensa de despedida y las numerosas muestras de afecto y agradecimiento que le dedicaron los albacetistas. Tras caer eliminados la temporada pasada en el playoff contra el Levante, él mismo señaló que se había plantado «una semilla» que había que proteger y cuidar. Gracias a Rubén Albés, hoy Albacete es más del Alba que nunca.
Una salvación fundamentada en el albacetismo
Alberto González ha sabido también conectar con la afición desde el minuto uno. Quizá con menos carisma y con un discurso menos atractivo que el de Rubén Albés, pero también lo ha hecho desde su mensaje de «juntos somos más fuertes». El malagueño ha sabido cuidar de esa semilla de la que hablaba el gallego.
Desde el punto de vista social, esta temporada ha sido histórica para el Albacete Balompié. Para esta campaña se abonaron más de 12 mil personas, algo sin precedentes en la historia de la entidad. En base a ello, el Carlos Belmonte ha tenido una asistencia media de 10 mil personas incluso en los peores días del duro invierno de Albacete. Teniendo en cuenta que no hace tanto acudían al estadio tres o cuatro mil personas en condiciones similares, estos datos son un auténtico éxito.
En estos últimos partidos, el Belmonte ha vuelto a ser la caldera que hacía mucho tiempo que no era. Un ejemplo de ello fue el partido contra el Leganés. Con los diferentes grupos de animación unidos y una afición entregada a sus jugadores, el estadio llevó en volandas a su equipo hacia la victoria. Todo el estadio vibró, animó y sacó sus bufandas al viento para animar al Albacete Balompié durante muchísimos minutos. Además, el feudo albacetista se volverá a engalar el próximo domingo frente al CD Mirandés para despedir como se merece a Manu Fuster.
La afición ha apoyado al equipo y de qué manera también lejos de La Mancha. Pese al sufrimiento de esta temporada y la mala racha del equipo a domicilio, el Alba no ha estado sólo nunca. Se han producido desplazamientos masivos de miles de albacetistas a lugares como Valencia, Cartagena, Elche o Elda.
Sin ir más lejos, en el último partido se plantaron cerca de un millar de aficionados en La Cerámica para ver cómo el Albacete certificaba su permanencia. Era lunes laborable, pero se sacrificaron y se desplazaron masivamente de nuevo. Sin duda, lo de los desplazamientos de la afición albacetista esta temporada ha sido más que impresionante.
En definitiva, los albacetistas ha demostrado estar con el equipo en las buenas y en las malas. De hecho, en varias ocasiones, los jugadores han reconocido que esta temporada no les han podido devolver a la afición todo lo que ésta les ha dado. El albacetismo estuvo en una temporada de ensueño como la pasada en la que se luchó por el ascenso y ha estado en la presente en la que se ha peleado por evitar el descenso. Porque su gente fue, es y será siempre la razón de ser del Albacete Balompié.
Estudiante de Periodismo en la Universitat de València.