Tratando de leer entre líneas el mayor choque de trenes del planeta fútbol
Desde que en el año 1863 la Asociación Inglesa de Fútbol tuviese a bien idear este maravilloso deporte, la pelotita ha rodado en multitud de escenarios y ha enfrentado a conjuntos de todo el globo. Aún así, solo existe un partido capaz de parar el mundo, una hora y media donde la cosa más importante de las menos importantes, como diría Arrigo Sacchi, opaca todo.
En el fútbol, y más en el moderno, se tiende a buscar una explicación racional para todo lo que acontece, pero este partido no entiende de dinámicas, ni de pizarras, ni tan siquiera de estado de forma. El Clásico es un partido visceral, donde el corazón juega un papel tan importante o más que el de las piernas y donde, por suerte para los aficionados a este juego, todo puede pasar.
Ahora bien, los más panenkitas siempre buscamos anticiparnos, tratar de ver a través de la bola de cristal cuál o cuáles pueden ser las claves de una cita de este calibre. En un intento de profetizar algo tan complejo como es un clásico, he tratado de ver más allá al más puro estilo de Pitágoras o Herodoto en la antigua Grecia.
Durante los últimos días hemos tenido que escuchar mucho aquello de que el juego del Barça favorece al estilo del Madrid, pero pocos hablan de que el juego actual del Madrid facilita la tarea a este Barça.
Este F.C. Barcelona no tiene miedo de tirar la línea de centrales al centro del campo e ir a presionar con todos sus hombres al rival, lo cual dificulta mucho la salida de balón del contrincante. El Real Madrid, por su parte, viene realizando una salida de balón nefasta con equipos mucho menos ambiciosos en la presión que el Barça. Para colmo, los blaugranas son uno de los mejores equipos de Europa en la presión tras pérdida.
Muchos equipos comienzan a construirse desde atrás, desde la solidez defensiva, con las líneas juntas y la espalda siempre cerca de la meta propia. El Barça del estratega del riesgo Hans-Dieter Flick rompe frontalmente con esos esquemas. Las puntas de lanza del engranaje azulgrana son los primeros en ponerse el mono de trabajo y defender, pero defender hacia arriba, y el resto de líneas se suman, de manera armónica a la presión.
Si el Madrid logra superar con relativa facilidad la primera línea de presión podrá meter en serios apuros al Barça, y para ello necesita la ayuda de un hombre para muchos olvidado en el baúl de los recuerdos. Modric, ese hombre al que muchos hemos dilapidado públicamente los últimos tiempos y que todo hace indicar que tendrá que esperar su oportunidad desde el banquillo, es el mejor escapista con el que cuenta actualmente el Madrid.
El fútbol se está convirtiendo en un deporte tan sumamente físico que a veces nos olvidamos de la importancia de esos locos bajitos, delgados e incluso de apariencia desagradable en muchas ocasiones, que dibujan pases que ningún ojo humano había visto antes.
El conjunto blanco necesita que hoy los Tchouaméni, Camavinga y compañía se vistan de Toni y de Luka y sean capaces de encontrar el orden en el desastre, de hallar la clarividencia a 175 pulsaciones por minuto. Si los hombres de Ancelotti son capaces de conseguir el rigor defensivo que ha brillado por su ausencia en este primer tramo de temporada y de soltarse la melena con balón para encontrar a los dos velocistas que comandan el ataque, podremos decir que el Madrid ha encontrado «La clave del Clásico».
Director de Agente Libre.
«La pelota no se mancha».