Seis años en los que Vigo cambió la rutina por la magia de Europa
Dicen que el Erasmus no es solo un viaje de estudios sino un rito de paso, una aventura que cambia para siempre a quienes lo viven, una forma de descubrir el mundo mientras se escriben recuerdos que ya nadie podrá borrar. Así le ocurrió al Celta de Vigo entre 1998 y 2004, cuando una ciudad de mar y lluvia se subió a un tren continental que la llevó a conocer estadios míticos, a enamorar a públicos incrédulos y a regresar a casa con un álbum de noches imposibles de repetir. Fue el Erasmus celtista, ese viaje en el que Balaídos se transformó en capital europea y en el que el equipo aprendió a caminar entre gigantes.
El punto de partida lo marcó Jabo Irureta, que antes de mudarse a la otra orilla de la ría llevó al Celta a una meritoria sexta plaza en la 1997/98, suficiente para devolverlo a Europa tras veintisiete años de ausencia. Era apenas una invitación al viaje, pero detrás de aquella puerta aguardaba un continente que pronto conocería de cerca al club vigués.
Con la llegada de Víctor Fernández en 1998 el equipo dio un salto de ambición. A Balaídos llegaron Cáceres, Lubo Penev y un joven Makélélé que aún no era el motor del Real Madrid ni Chealsea, y se unieron a la guardia celeste de Michel Salgado, Mazinho y Mostovoi para formar un grupo que ya no quería ser espectador, sino protagonista. Aquella temporada trajo una remontada legendaria en Villa Park contra el Aston Villa, líder de la Premier en ese entonces, y un doble golpe al corazón inglés con las victorias frente al Liverpool, tanto en Balaídos como en Anfield. El viaje se detuvo en cuartos ante el Marsella, pero la semilla estaba plantada: Vigo había vuelto a Europa para quedarse.

La temporada siguiente Balaídos vibró con noches que parecían irreales. El 7-0 al Benfica aún duele en Lisboa, y el 4-0 a la Juventus convirtió al Celta en noticia de portada en Italia. Otra vez fueron los cuartos de final, esta vez frente al Lens, el techo de aquel vuelo, aunque el continente ya empezaba a pronunciar con respeto el nombre de Vigo.
Con el cambio de siglo llegó lo impensable: el primer título oficial del club, la Copa Intertoto, conquistada contra el Zenit en una final que abría la puerta a otra Copa de la UEFA, en la misma temporada en que se alcanzó la final de la Copa del Rey y en la que Rivaldo y su Barça pusieron fin al camino europeo en cuartos.
Durante seis años seguidos, Balaídos se acostumbró a las banderas extranjeras en sus gradas, a los cánticos en idiomas distintos, a los himnos que hacían vibrar la ciudad como si Vigo fuera la capital del viejo continente. Y así, lo que había comenzado como un Erasmus de intercambio se convirtió en un máster acelerado de gloria futbolística.
El clímax llegó en la temporada 2002/03, cuando el Celta firmó la mejor clasificación liguera de su historia con un cuarto puesto que le abrió las puertas de la Liga de Campeones. El curso siguiente, en la 2003/04, la aventura europea alcanzó su cima con la previa superada ante el Slavia de Praga y un grupo durísimo en el que se escribió una de las páginas más brillantes de la historia celeste, la victoria en San Siro frente al Milan campeón de Europa, un triunfo que todavía late como símbolo de aquella generación. El camino terminó en octavos frente al legandario Arsenal de los Invencibles, pero nadie pudo borrar ya la certeza de que el Celta había conquistado Europa. La paradoja quiso que esa misma temporada el equipo descendiera a Segunda, como si el Erasmus vigués hubiera terminado de golpe y porrazo, dejando a la ciudad con la maleta llena de recuerdos y un vacío imposible de llenar.

Porque entre 1998 y 2004 Vigo vivió un sueño europeo, un viaje en el que el Celta descubrió que podía hablar de tú a tú con gigantes, que podía escribir páginas doradas en estadios legendarios y que podía, desde una ciudad marinera y lluviosa, dejar su nombre grabado en la memoria del continente. Fue el Erasmus celeste, y como todo Erasmus, terminó, pero sus historias aún se cuentan con brillo en los ojos.

Graduado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Actualmente en Agente Libre Digital, cubriendo la actualidad del Getafe y creando contenido deportivo en redes