Muchas críticas le cayeron a Sergio Busquets la pasada temporada a razón de que, con 34 años, sufría mucho ante la falta de control. Lo daban por obsoleto por no tener un físco privilegiado. Sin embargo, ¿quién no estaría encantado por tener de vuelta al pivote catalán organizando la sala de máquinas?
Tras la inesperada partida de ‘Busi’, comenzó un intenso casting para encontrar a su relevo. Sonaron muchos nombres que, en su mayoría, por la compleja situación económica del club, fueron descartados. Finalmente, el elegido fue Oriol Romeu, que llegó a la ciudad condal por 3’4 millones de euros. Una gran temporada en el Girona lo avalaba como el heredero del ‘5’.
Los primeros partidos del canterano azulgrana fueron excelsos. En lo defensivo era una escoba: lo robaba todo y su portentoso físico lo hacía ser muy superior. Por si no era suficiente, tenía un gran escudero acompañándolo en sus aventuras, Frenkie de Jong. Parecía que todo era color de rosa en Can Barça, puesto que habían conseguido juntar una medular de oro. La unión entre el talento joven de Pedri, Gavi o De Jong con la experiencia de los recién llegados Romeu y Gündogan.
Problemas en el paraíso
Todo se torció a finales de septiembre, en la frenética remontada del Barça frente al Celta en Montjuic. En el minuto 36, Frenkie de Jong cayó lesionado de su tobillo derecho en un intento de recuperar el esférico. Este infortunio mantuvo al neerlandés dos meses fuera de los terrenos de juego. Cómo lo echó de menos el equipo pero, sobre todo, cómo lo echó de menos Oriol Romeu. El catalán mostró todas sus costuras, provocando que, en la actualidad, Xavi ya no confíe en él.
Con el ex Girona condenado al ostracismo y un Marc Casadó que no está recibiendo minutos, Xavi ha apostado por Gündogan y Frenkie, formando un doble pivote. Como es evidente, este binomio ni funciona ni parece que vaya a hacerlo. El alemán es mucho mejor jugador cerca del área, por lo que estar en la base del cuadrado lo anula. En cuanto al internacional por Países Bajos, no es capaz de asumir el rol de pivote posicional que necesita el equipo. Se trata de un jugador que necesita libertad para conducir, romper líneas y distribuir el juego, nada de fijaciones.
El estilo por excelencia del cuadro azulgrana requiere de un pivote posicional que haga dos funciones básicas: fijar el centro del campo y ser el faro en la creación de juego. Como esta temporada no hay quien asuma esas obligaciones, el Barcelona es un auténtico desastre sin balón.
Ni tiempo, ni margen de maniobra
Con esta situación, el Barça necesita recurrir de forma urgente al mercado de transferencias en busca de un nuevo Edgar Davids, pero el fair play financiero no lo permite. Para que esto pueda ocurrir, el conjunto blaugrana necesitaría conseguir vender el 49% de Barça Studios y que LaLiga le dé el visto bueno para poder fichar. Todo esto a contrarreloj, claro, porque el mercado de fichajes está a seis días de finalizar.
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Nacido en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra) y formado como periodista en la Universidad de Valladolid. Un apasionado del fútbol, seguidor del Barça y del Celta.